—Mirad
al cielo chicos —manifiesta Anrod mientras señala uno de los millones de puntos
luminosos del espacio— ¿veis esa estrella tan brillante en medio de esas otras
menos luminosas? Es Cabreilla; una estrella que así a simple vista parece como
las demás salvo por su mayor resplandor, pero aun así pasa totalmente
desapercibida entre todas sus hermanas. Forma parte de un grupo el cual siempre
sigue las mismas pautas… va y viene, viene y va, y nunca nadie antes había
sospechado sobre ella, sobre como es realmente, hasta ahora. Se descubrió hace
pocos años que más que una estrella, es, `La Estrella´. La velocidad de su luz
es como todas, pero su movimiento por el universo es sobrecogedor. Se mueve a
una velocidad de dos mil setecientos kilómetros por segundo y cada seiscientos
cuarenta años su velocidad aumenta doscientos noventa kilómetros al hacer una
elíptica sobre lo que los científicos creen que es un agujero negro; su
gravedad, de ahí viene su aumento de velocidad. A lo que voy es que yo seré
como esa estrella, seré el corredor más veloz del mundo, y el mayor paso va a
ser cuando quede primero en la carrera de los juegos olímpicos de 2036.
— ¡Vaya Anrod! —Exclama asombrada Rosaly— me alegra saber que ya tienes
un plan de futuro. Sin embargo, hablas mucho sobre tu velocidad pero nunca la
enseñas.
Anrod la mira y le sonríe, acto seguido bromea.
— ¡¿Quieres que te la enseñe, que atrevida Rosaly, estás segura?!
En ese momento todos prestan más atención y al escuchar a Anrod esa
frase poco silenciosa, todas las miradas se dirigen a él, acto seguido todos se
ríen y alguno que otro con vacile.
—Antes de que te bajes los pantalones, enorme descarado, te estoy
hablando de tu velocidad, que para que lo sepas si eres así de rápido para
todo… te compadezco.
De nuevo hay risas y muchos más vaciles mientras que Anrod se enroja sin
saber dónde meterse.
— ¡Vale, vale ya está bien, sé
cuando he perdido, me lo habéis dejado claro! Pero ahora en serio, os dejaré
completamente callados cuando no podáis seguirme con la vista.
— ¡Venga exagerado —expresa Tarbo con escepticismo— eso no te lo crees
ni tú!
Anrod se levanta dejando a un lado y apoyando en la arena su cerveza,
camina por la orilla del mar durante unos metros, se detiene y se gira. Luego,
desde allí les vocifera y señala a sus amigos hacia donde se destinará.
— ¡Escuchadme panda playeros, ¿veis aquella pared rocosa justo enfrente
de mí!? ¡Por la distancia yo calcularía que está a unos cuarenta y cinco metros
de donde estoy yo, os apuesto lo que sea a que llego hasta allí en menos de
cuatro segundos!
Lo vacilan nuevamente.
— ¡Anda, si ni siquiera vas a llegar! —valora Jun.
— ¿Eso crees? Cronométrame, tú das la salida —expresa Anrod desafiante y
en su rostro una mueca de confianza.
Anrod se posiciona mientras Jun inicia la cuenta atrás.
—5…4…3…2…1… ¡ya!
En ese instante Anrod acelera tan rápido que por la potencia escarda la
arena haciendo que pierda el equilibrio y se precipite al suelo, tocando
primeramente su cara en el terreno, y entrándole arena en la boca.
— ¡Anrod, cuando quieras, el tiempo todavía corre! — informa
hilarantemente Jun.
— ¡Déjate de chistes Jun, casi me rompo los dientes! —responde el
corredor mal pronunciando las palabras a la vez que intenta deshacerse de la
arena que tiene en la boca.
—De acuerdo, pero solo déjame decirte que tenía razón. Al final no
llegaste.
—Tú sigue Jun —declara Anrod sarcástico.
—Eso hago, ¿quieres que pare?
—Sí, por favor —contesta entre dientes controlando la ira de su voz—.
Vuelve a cronometrarme.
—Tú mandas jefe —alega Jun con simpatía.
El joven vuelve a iniciar la cuenta atrás. Cuando llega a su fin, grita
el comienzo de la salida. Anrod parte la carrera como felino por su presa, esta
vez lo consigue. Va a una velocidad escalofriante y cuando pasa por delante de
sus compañeros, la rapidez con la que se traslada produce tal aire que levanta
una considerable cantidad de arena alcanzando los rostros de sus amigos. Pero
al instante ven como tropezaba con algo, cae bruscamente al suelo y continúa
rodando sobre este cierta trayectoria más hasta detenerse del todo.
— ¿¡Pero qué ha pasado!? —dice Anrod alterado y dolorido mientras se
incorpora.
Todos se levantan preocupados y van a socorrer a su colega.
— ¿Tío estás bien? Que mamporro más guapo
te has dado —habla Cylmo asombrado pero chanceándose— ha sido como un,
“¡wooh!”, y luego un “plashca”. Bestial tío, esto quedará en la historia para
siempre.
—Me he rascado el brazo y hecho daño en la espalda capullo, no tiene
gracia.
Todos ven que está bien dentro
de lo que cabe, y al pasárseles el susto tienen que reprimir sus ganas de reír
al recordar de nuevo ese batacazo tan divertido. Pocos segundos después exclama
Gus:
— ¡Tíos venid, he encontrado algo!
Se acercan con curioseo y ven el extremo de un trozo de hierro enterrado
en la arena con el que había tropezado Anrod. Gus limpia la superficie
intentando averiguar qué se esconde ahí. El trozo de hierro cada vez se asemeja
más a una manecilla como de puerta antigua, y cuando consigue quitar toda la
arena visualiza una especie de portillo al que trata de abrir pero le es
imposible. Todos juntos la agarran como pueden y tiran de ella con todas sus
fuerzas, esta se abre violentamente y de su interior solo se advierte oscuridad
total. Los chicos cogen sus teléfonos móviles y con la linterna iluminan parte
de su interior. Unas escaleras indican la dirección a seguir, y sin miedo pero
con precaución empiezan a bajar por el ambiente que cada vez se nota más frio y
fantasmagórico. Con cada paso que dan, cada escalón que bajan, el temor va
aumentando; la sensación de miedo comienza a tomar protagonismo y las
respiraciones resuenan en la cavidad creando una tensión mayor. Finalmente
llegan a su fin. Se adentran en un lugar mucho más amplio quedándose atónitos
ante lo contemplado por sus ojos.
— ¿Qué lugar es este? —comenta patidifusa Cyntia.
—Menuda pasada de sitio —prosigue Jun— ya sé donde montar las próximas
fiestas, va a ser un despiporre total. Chicos, mirad a ver si encontráis algún
interruptor de luz y de paso apagad el aire acondicionado, hace un frio que
pela —bromea.
A la vez que se maravillan por los
incontables objetos y herramientas antiguas situadas en tres estanterías de
acero a lo largo de las paredes, buscan también donde encender la luz. Tarbo
localiza un mando doble en el tabique justo al lado de la entrada. Sube las dos
clavijas simultáneamente y una bombilla de ciento veinte intensos vatios
ilumina todo el interior. Segundos después, un panel digital anticuado se
enciende reflejando una cuenta atrás, hasta que llega a cero y parpadea varias
veces. Luego al momento, revela la fecha de ese día, 18-Junio-2034 a las
02h:47m:05s am y avanzando. Tarbo avisa a los demás y se extrañan por la
curiosidad del artefacto. Jun ve una ruleta al lado de las numeraciones y
decide girarla, los números comienzan a avanzar mientras el chico continúa
girando.
—Jun, deja de tocar eso —advierte Nali— no sabemos de que se trata, así
que no juegues.
—No te preocupes, ¿qué puede
pasar? Para tranquilizarte lo volveré a dejar como estaba.
Pero la ruleta no gira inversamente. Al querer retroceder se bloquea,
solo puede avanzar. Jun lo deja estar y el contador indica el 29-Enero-2480 a
las 05h:22m:17s am, y siguiendo.
Cada vez tienen más interés sobre el lugar en el que están; de donde se
saca la energía que el contador y la luz requieren para funcionar y que
significado tiene todo. En ese momento sienten un pequeño temblor que dura varios
segundos, y luego escuchan unos ruidos lejanos pero escalofriantes. Rosaly
aconseja irse, y mientras nadie pone impedimento suben las escaleras hasta el
exterior. Cylmo abre lentamente la escotilla, y lo único que puede percibir es
el sonido de las olas a la vez que ojea un área careciente de indicios humanos
iluminada por la leve luz del amanecer y la escasez de luminiscencia lunar.
Todos salen despacio a la superficie perplejos por la visión. Luego
comienzan a caminar analizando cada detalle de su cambiado entorno.
— ¿Dónde estamos tíos? —Articula palabra asustado Jun.
—Creo que seguimos en la playa —responde Gus— pero ahora es diferente,
muy diferente.
—Será mejor no seguir adelante —recomienda Nali— esperemos a que sea más
de día.
Inesperadamente toda la tropa siente un fuerte chispazo en donde guardan
sus teléfonos móviles, el cual hace que lo cojan y lo tiren al suelo, no sin
antes difundir una intensa queja que hace resonar a lo lejos. Ellos miran su
chispeante y estropeada tecnología a la vez que calman el dolor provocado por
esta con frotas en las zonas afectadas. Súbitamente escuchan unos aullidos
seguidos de incontables veloces pasos e incesantes rugidos. Otean la dirección
de los aterradores sonidos, viendo lo impensable; una manada de gigantescos
lobos se dirige hacia ellos. No dejándose paralizar por el miedo, los jóvenes
dan media vuelta y se adentran de nuevo lo más rápido posible en el punto en el
que estaban anteriormente. El ultimo en entrar es Cylmo, que segundos antes de
poder cerrar la escotilla, el hocico del inesperado macho alfa consigue colarse
en la trampilla empujando al chico y arrojándolo escaleras abajo, pero la
rápida reacción de Cylmo hace que se pueda agarrar al pasamanos evitando una
peligrosa caída. El muchacho atisba el feroz animal queriendo entrar a toda
costa, pero su tamaño impide que pueda acceder. Sin perder tiempo, Cylmo
regresa con sus compañeros asustados por la ausencia de este, no obstante,
sienten un gran consuelo al verlo mostrarse por el final de las escaleras.
— ¡Cylmo, creí que te habían cogido! —grita asustada y aliviada su
hermana mientras lo abraza.
— ¡Ya! por eso intentaste ayudarme ¿no? Espera, pero si no lo hiciste
—diserta bromeando.
— ¡Cylmo esto no es un juego, algo ha pasado, algo debimos de hacer para
estar en esta situación y tenemos que saber el qué, tomate esto en serio!
—Vale Cyntia, lo siento.
Deciden rebuscar por todos los sitios lo que puede ser de utilidad, y
tras mover cajas sin importancia, objetos insignificantes y artilugios de
comunicación inservibles; Gus y Anrod encuentran una caja metálica con una
cerradura extraña y misteriosa. Optan por encontrar la llave que puede
pertenecer a la dicha caja, pero no hallan nada. Mientras siguen inspeccionando
todo en su busca, Jun se pone a pensar mirando detenidamente la cerradura.
Luego saca su llavero cuyo contenido posee la llave que había encontrado en el
pasado. El chico se dirige a la caja metálica; se agacha y sujeta la llave
mientras la dirige lentamente a la cerradura. Cuando la introduce, la rota y
escucha un leve pero sonoro “click”, en ese instante la caja se abre.
La caja se entreabre sola mediante un sistema de apertura basculante. Todos
escuchan como chirria ese artilugio a la vez que la perplejidad se refleja en
sus rostros, y se acercan extrañados y curiosos.
Cuando se abre en su totalidad, Jun mira a sus compañeros paulatinamente
mientras se forma en su rostro una sonrisa diabólica aunque asustadiza al mismo
tiempo. Dentro encuentran un mapa y un libro de instrucciones cuyo titulo de
portada es: -El bunker, dirección al futuro-. Durante un buen rato están
confusos; entre lo diferente y lo insólito del exterior, lo misterioso y
espeluznante del interior, y sobre todo lo sorprendente e inexplicable por la
llave de Jun, ninguno sabe articular palabra alguna.
—Jun —Menciona Tarbo— déjame ver eso.
Jun le entrega ese libro tan inquietante, luego se dirigen todos a la
mesa y allí el chico lo abre, comenzando a leer.
-19 de Mayo de 1947-
“—Te doy la
bienvenida viajero. Previamente, si no estás preparado para lo que va a
suceder, <NO TOQUES EL INTERRUPTOR 2>. Esto no es un juego, es una
realidad que formará en ti un concepto del todo completamente distinto. Te
producirá un cambio el cual tendrás que asimilar y adaptarte si quieres
sobrevivir. Aquí no hay margen para errores, si mueres, se acabó.
En el año 1936,
cuarenta y tres miembros secretos del gobierno de veinticuatro países aprobaron
un movimiento para la creación de un potente artefacto capaz de dilatar y
contraer en el mismo intervalo, el tiempo. Dicho movimiento lo denominaron `la
iniciativa Lapso´, cuya finalidad consistía en ajustar el dispositivo a una
máquina lo suficientemente resistente para soportar las fuerzas a las que se
vería sometida. Por ende construyeron un búnker a partir de una aleación de dos
partes; el Niotrúro, resultado de la combinación entre el titanio y el nitruro
de boro, y el Inoxsifeno, producto del acero inoxidable y el grafeno. El
compuesto resultante fue el material más duro jamás creado, calificado como;
Xneodano “La materia indestructible”. Y luego se creó alrededor de la máquina
un campo ionizado por inducción magnética
permanente.
Respecto al dispositivo,
se aceleraron partículas a la velocidad de la luz en dos cámaras de vacio
conectadas a una tercera. Al llegar a la velocidad mencionada, se formó un
campo gravitatorio tan intenso que por la fuerza de gravedad las partículas se
inestabilizaron hasta puntos críticos. Llegados a estos extremos se liberaron
rápidamente en el tercer compartimento para hacerlas colisionar, formando de
este modo un núcleo de bosones constante y seguro, capaz de transportar la
materia en el espectro temporal. Dicho núcleo denominado “Trauspat” se
introdujo dentro de una cavidad en el interior del búnker enlazado a sencillos
sistemas digitales unidos a la ionización del exterior del propio refugio
metálico, siendo capaz de sincronizarse y haciendo posible los viajes en el tiempo
en la fecha establecida.
Lamentablemente y
por razones que desconocemos, la máquina en la que te encuentras solo puede ir
en una dirección; al futuro, mientras que la otra va al pasado. Exacto, existen
dos bunkers, uno que va al futuro y el otro al pasado.
— ¿Cómo que solo al futuro? —dice atemorizada Nali mientras sus
compañeros la observan también asustados por lo que escuchan— ¿dos bunkers? Es
imposible.
Jun prosigue leyendo.
Nos fue inviable hacer una máquina
con las dos opciones, por eso construimos dos. La diferencia entre ellos, es la
inversabilidad de sus campos iónicos y sus núcleos.
Debido a la
energía que irradian los iones en contacto con los núcleos, tuvimos que separar
los dos bunkers a una distancia de cuarenta y dos kilómetros, ya que el más mínimo contacto
entre ellos desencadenaría una fusión nuclear tan formidable y a la vez
turbadora, que la liberación de su poder causaría una explosión el cual
destruiría por completo el planeta y la onda expansiva modificaría gravemente
el movimiento orbital de los planetas próximos.
Por último
aclararé lo más importante; si te encuentras preparado para lo que vas a ver,
sentir, oír… y si realmente te sientes capacitado para afrontar y asumir todo
lo que experimentarás, acciona el interruptor que está justo al lado del de la
luz. Eso activará un panel digital en el
que podrás fijar la fecha en la que te gustaría estar y en ese momento
comenzará la aventura.
Todos se miran horrorizados. Entretanto, Jun cierra el libro pensativo
apoyándose luego en la mesa, e intentando asimilar la situación.
—Tranquilicémonos todos —sugiere Gus calmo y apacible— esto no es más
que una pesadilla fruto de mi prodigiosa mente en la que curiosamente estamos
todos. En cuanto me despierte os llamaré contándoos los detalles, os reiréis.
Gus se dispone a seguir parloteando e intentando convencerse de que todo
es un sueño, cuando Jun se impulsa violentamente de la mesa para incorporarse
dirigiéndose posteriormente a Gus y golpeándolo en la mejilla izquierda.
— ¿¡Ya estas despierto!? ¡¡Esto no es una pesadilla, Gus,
céntrate!! ¡Y ayúdanos a pensar cómo
salir de esta!
El grupo se queda atónito al ver la reacción de Jun, pero pronto se les
pasa, hay cosas más importantes en las que pensar. Esto les supera, sin embargo,
la única manera de que puedan volver a su tiempo es yendo al otro bunker.
—Está bien chicos —aclara Jun— es sencillo. Este mapa nos llevará hasta
el otro bunker, solo tenemos que guiarnos por él, recorrer los kilómetros que
nos dicta y en cuanto lleguemos, iniciaremos la máquina en dirección a nuestra
época, y todo solucionado.
—Por si no te has dado cuenta Jun —importuna Cyntia— apenas hemos salido
al exterior y por poco nos devora una manada de salvajes lobos, que por cierto,
tenían un tamaño mucho mayor de lo normal, no sé si te fijaste. Quien sabe lo
que habrá ahí a fuera.
—Haya lo que haya, Cyntia, es mejor morir intentando sobrevivir que
quedarse quieto esperando la muerte. Ahora descansemos lo que podamos, en una
hora será de día, y es cuando nos iremos.
Jun tiene razón, si quieren sobrevivir tendrán que salir al exterior y
encontrar la otra máquina.
Cuando se despiertan, aunque apenas han dormido, cogen todo lo que les
puede hacer falta. Rebuscan por todas partes y encuentran muchas cosas, entre
ellas una pistola con quince balas de punta hueca, unos prismáticos, dos
pistolas de fogueo y un arco con tres cajas de veinticinco flechas cada una.
—Me pido el arco y las flechas —dice Cylmo adaptando una pose como
demostrando que sabe utilizar un arco.
— ¿La sabes usar? —le pregunta Jun.
—Pues claro.
—Anda toma, y procura no sacarle los ojos a nadie.
Cylmo sonríe mientras coge el arco colocando una flecha para sentirse
poderoso y estirando un poco la cuerda. Sin querer la cuerda se le resbala de
la mano derecha lanzando la flecha directa a la pata de la mesa y clavándola en
ella, estando a centímetros de darle a Jun.
Cylmo mira con ojos de plato a su compañero mientras este le devuelve la
mirada llena de miedo y rencor, seguidamente Cylmo deja el arco y las flechas
encima de la mesa y coge una pistola de fogueo.
— ¿Sabes qué? —Exterioriza el chico— prefiero la pistola de fogueo.
Jun es quien acaba llevando el arco, Gus los prismáticos, Cyntia una de
las pistolas con la mitad de las balas y la otra arma con el resto de la
munición la lleva Tarbo.
Armados y bien decididos, algunos más que otros, suben las escaleras con
Anrod liderando la fila. Abre despacio la puerta que lleva a las escaleras y
ojea el final de ellas observando la luz de la mañana por la apertura que Cylmo
ha dejado abierta al ser atacado por el animal. Suben las escaleras despacio y
salen a la superficie con precaución no sin antes mirar si se ve algún peligro.
Al asegurarse de que no hay ningún tipo de amenaza, salen todos a la
superficie. Atisban a varios metros de ellos lo que ya saben, pero con mucha más
claridad. Lo único que ven, son grandes extensiones de espesa selva con varios
claros de por medio aunque una falta de luz bastante perceptible. Ellos se
encuentran en los pocos lugares donde no destaca el follaje ni las arboledas. Están
en la playa, con el nivel del mar mucho más bajo de lo que recuerdan y un sol
preocupantemente abrasador teniendo en cuenta que es enero.
—Tened cuidado —aconseja Anrod—. No sabemos lo que nos podemos
encontrar. Sin humanos, a saber durante cuánto tiempo, la vida pudo evolucionar
de manera mucho más salvaje de lo que estamos acostumbrados a ver.
—Lo que a mí más me preocupa —expone Nali inquieta— es que apenas han
pasado cuatrocientos años y lo único que veo es vegetación por todas partes y
sin casi indicios de que en un tiempo atrás hubo vida humana. Cosa muy extraña,
ya que por donde caminamos dejamos una pisada eterna.
—Déjate de filosofías Nali —dice Anrod—. La naturaleza es inexplicable,
pero pienso que este es el orden que debería haber tomado hace tiempo.
—Sí, bueno. —Titubea Cylmo—. Un lugar repleto de inimaginables animales
salvajes donde lo más probable es que sean todos depredadores convirtiéndonos a
nosotros en las únicas presas, no es que sea algo fabuloso.
—No me seas miedica —indica Anrod—. Solo debemos estar atentos a lo que
pueda surgir, son unos pocos kilómetros nada más, lo podemos hacer.
—Pues venga —anuncia decidido Cylmo y con un poco de miedo— voy primero.
El grupo empieza a dar sus primeros pasos hacia la frondosa selva, donde
a medida que van acortando metros, sus pulsos se van acelerando. Al llegar al límite de la playa, se detienen
a solo un paso del comienzo de la selva.
— ¿No sería mejor rodearla en vez de atravesarla? —Aconseja Tarbo
amedrentado.
—Buena idea —responde Jun con un toque de sarcasmo—. Yo desde aquí veo a
varios kilómetros y a ambos lados como la vegetación acaba orientándose y
tomando contacto con el océano. La otra alternativa sugiere ir a nado, así que
tú vete por el mar que nosotros iremos por aquí, nos vemos en el otro lado, si
llegas. Tantos años habrá infestado el mar de todo tipo de criaturas, dudo que lo hagas. ¡Pero vete, corre!
—Con un no, bastaba —contesta Tarbo cortado, observando los rostros de
sus compañeros refrenando las risas.
Acto seguido se adentran en la espesura de la selva, contemplando
minutos después un sendero hecho por animales terrestres, al que deciden seguir
mientras el mapa así les indique. Temerosos por lo que se puedan encontrar en
el camino, los sentido se les agudizan al máximo, y por el nerviosismo oyen
cosas que no son reales.
— ¿Habéis oído eso? —Pronuncia Cylmo creyendo escuchar un ruido de hojas
secas pisadas por algo.
—Déjate de tonterías, que asustas a las chicas.
—Te agradezco que te preocupes por nosotras —expone Xara— ¿pero no será
que eres tú el que se asusta?
—No digas bobadas, yo no me asusto por nada.
—Si tú lo dices, valiente, será cierto.
Al caminar pocos metros más, escuchan un
ruido fuerte y real entre las ramas del bosque, miran con sorpresa y ven salir
volando unas criaturas voladoras asemejadas a los búhos de su tiempo, salvo que
estos les triplican en tamaño.
La aventura continúa para
estos jóvenes, y solo pueden sobrevivir si son uno con la naturaleza.