sábado, 10 de noviembre de 2018

HISTORIAS CORTAS: Las Bellas del Rímel

     En el año 1878 se estableció en una de las ciudades más grandes de España, un pequeño grupo anónimo de mujeres cansadas por la desigualdad de género que sufrían y que había existido durante siglos. Con el tiempo se fueron extendiendo por el mundo hasta formar cientos de asociaciones y con nuevas ideologías.
     Ahora, en pleno siglo XXIII y con la tecnología actual, todos los clanes se comunican a través de códigos secretos para no ser descubiertos por los hombres y así reclutar a más miembros para que en algún futuro sean las mujeres las que gobiernen.
     Uxuri, una muchacha española que nunca quiso ser parte de un sistema en el que la opresión, el machismo y las injusticias eran los protagonistas en cada rincón del mundo y por ese motivo se pasó cada minuto pensando y escribiendo en su blogsth como cambiarlo todo, recibió un día por debajo de la puerta de su casa una extraña carta de color verde oliva. Ella la abrió y pudo leer:
     ¿Quieres esa cura que tanto ansías? Mañana a media noche dirígete a la abandonada fábrica de hierro de Losálo, encontrarás lo que estás buscando.

    La chica no entendía nada. La carta carecía de remitente y estaba escrita digitalmente. Pero si quería respuestas tenía que arriesgarse.
     Al llegar esa noche, recorrió más de quince quilómetros para acudir a su destino, y la única luz que iluminaba su camino era la de la luna llena. Uxuri estaba asustada. Sus pupilas dilatadas le ayudaron a tener más visión, sin embargo, un crujido seco debajo de sus pies fue la señal de algo que la atrapó sin poder evitarlo, y tras un golpe en la cabeza contra el suelo, perdió el conocimiento.
     Al despertar se vio rodeada de un grupo de encapuchados con ropajes negros y entre ellos, uno con túnica azul, que se acercó a ella.
    —Te hemos estado observando mucho tiempo, Uxuri. —Dijo ese personaje con una voz cálida y dulce— No temas. Sabemos lo que quieres. Tenemos objetivos en común.
    — ¿Quienes sois vosotros? —Preguntó la joven.
    —Di mejor vosotras. Somos uno de los más de doscientos clanes secretos de mujeres en todo el mundo que busca eliminar la basura que en él habita; políticos corruptos, asesinos, secuestradores, violadores, maltratadores, terroristas contra el medio ambiente y sobre todo a los hombres que nos ven como quieren que seamos; objetos sexuales a base de engaños con el único fin de darles gozo en la cama. Dejar que nos hablen con descaro. No hacer nada cuando nos tocan y miran con deseos de follarnos sin respetarnos y hacer caso omiso cuando decimos no. Sabemos por tu blogsth que también detestas todo eso, por lo tanto la pregunta es sencilla; ¿quieres formar parte de nosotras?
    La inocente joven estaba un poco confusa al verse rodeada de desconocidas en un suave pero sombrío habitáculo que se suponía que estaba dentro de la fábrica a la que le dijeron que acudiera. Uxuri no se consideraba alguien de importancia en el mundo, y al creer que no tenía nada que perder, respondió con total decisión:
     —De acuerdo. Seré una de vosotras, pero os pido que las novatadas de iniciación a la hermandad no sean muy duras.
     Las chicas del clan se rieron.
     —Tranquila mujer, —apaciguó la chica de azul y con jocosidad— que con lo que vas a aprender aquí ya lo vas a ver como un sufrimiento psicológico. Y ahora permíteme hacer las presentaciones. Yo soy Aia, fundadora de esta organización denominada; Las Bellas del Rímel. No es que sea un nombre que inspire terror, pero no importa. Y las demás integrantes de la familia son:
     Aia las fue nombrando y señalando para que Uxuri las conociera mientras las chicas se descubrían.
     —En primer lugar te presento a mi hermana de sangre, Beca. Después están mis mejores amigas; Cira, Tulia, Dunyi, Samay, Naime, Layla, Deka, Áfrika y Xari. Chicas —dice Aia dirigiéndose a las demás— dejadme que os presente a nuestra nueva integrante y amiga, Uxuri.
     Todas la saludaron sonrientes. Y Uxuri les devolvió la sonrisa. Desde ese momento la joven ya no volvió a sentirse sola ni despreciable. Ahora formaba parte de algo especial y que siempre había soñado.
     Durante años las mujeres han acabado con la desigualdad de género en varios países como México y casi todo el sur de América, España, Montenegro, Senegal, Honduras y el norte de China. Se han impuesto leyes para la conservación y protección de especies y el medio ambiente. Han hecho prohibir tradiciones como el Toro Júbilo, el giro del perro, el Toro de la Vega, la matanza de delfines en Dinamarca y el apedreamiento de Judas. También han destapado casos de corrupción y encerrado de por vida a secuestradores, violadores y asesinos. Pero aún hay mucho por hacer.
     Tienen una nueva y peligrosa misión, y para ello necesitarán al clan de Las Terrenales de Suiza. Las Albinas de Tanzania. El Cuerno Negro de México. El Codo de Hierro en Tailandia y las de Ojos de Escorpión en Brasil.
      Es cuestión de tiempo en que todo cambie.

domingo, 29 de julio de 2018

HISTORIAS CORTAS: Diario De Una Ninfómana


     Antes de juzgarme llamándome puta, zorra o guarra, miraros al espejo y deciros si tenéis derecho a hacerlo. Esta historia no está hecha para gente mojigata e hipócrita que siguen los idealismos cerriles de la sociedad. Ni tampoco lo está para esos individuos puritanos que se azoran solo con escuchar la palabra follar. Asique si sois uno de ellos, os aconsejo que dejéis de leer esto, porque no voy a cambiar mi manera de expresarme por vosotros. No os voy a hacer creer que soy una princesita fina y educada, ya que referente a mi vida la educación solo es una perspectiva ajena, no una realidad.
     Dicho esto, comencemos.

     Mi obsesión por el sexo se remonta a mi niñez, cuando tenía trece años. Mis padres comenzaron a dejarme sola en casa por motivo de su trabajo. Los dos empezaban a las tres de la tarde y no llegaban hasta la doce de la noche.
     Un día, jugando en su habitación tropecé y choqué contra una estantería al lado del escritorio en donde tenían el ordenador. Al querer colocarla de nuevo en su sitio, vi una cajita circular de plástico llena de cedés. Tenía mucha curiosidad en saber lo que era, y lo que más me desconcertaba era que todas tenían títulos eróticos. Nunca olvidaré la excitación que recorrió mi cuerpo cuando leí; Follando por primera vez el coño de una colegiala. Me sentí sofocada, percibiendo como mi propia vagina se humedecía. Fui al salón e introduje el disco en el lector de DVD. Lo primero que escuché fue la música tipo chill out y Jazz acompañado de leves gemidos femeninos. Y lo primero que vi fueron cortas escenas de mujeres y hombres desnudos como follaban. (Solo por recordarlo ya me estoy poniendo cachonda).
      Luego seleccioné una escena. En ella, una jovencita morena y hermosa con el pelo largo, cara angelical y unos envidiosos labios carnosos, apareció en una habitación en donde un hombre desnudo no muy atractivo pero con una polla la mar de apetitosa se vio sorprendido por la muchacha. La chica estaba impresionada con lo que veía, y como si estuviera poseída se puso de rodillas y empezó a chupársela. Luego se desnudó ella también, y tumbada poco después en la cama, se dispuso a tocarse. Me senté en el sofá, comenzando a acariciar mis pezones y bajando lentamente hasta mi virtud, (si, a veces la suelo llamar así, y muchos chicos ya lo saben). Vi a la actriz meter sus dedos corazón y anular dentro de su vagina, sacándolos y metiéndolos con lentitud y suavidad. Yo hice lo mismo que ella, ¡joder! sentí tanto placer que la exaltación de mi cuerpo era incontrolable. No pude evitar gemir ni pronunciar tantas veces el nombre de Dios, y eso que soy atea. Pero desde ese día, supe con total certeza que me encantaba el sexo, o al menos masturbarme.
    Me comprometí a darme placer a mi misma hasta que cumpliera los veinte años, y a partir de ahí, me follaría a los tíos que más deseaba. No creo que exagere al decir que desde que me hice mi primer dedo hasta que me follé al primer chico, me masturbé al menos unas seis mil veces, que sabiendo que fue durante siete años, creo que es bastante.  
     El día que cumplí los veinte, hice una fiesta en la casa del pueblo de mis padres, invitando a mi familia y amigas. Al anochecer les propuse a las chicas, a mis hermanos y a mi primo que jugáramos al escondite mientras los adultos estaban dentro tomando café, chupitos y hablando de cosas, y la idea fue muy aceptada. En una de las veces que le tocaba contar a una de mis amigas, estaba indecisa y no supe a donde ir, pero rápidamente se me ocurrió la idea de ir al campo de maíz de mis vecinos. Me adentré prácticamente hasta más allá del medio del campo, y de pronto escuché un ruido extraño. Entonces alguien me azotó el culo y cuando me giré del susto, vi que era mi primo.
     — ¿Qué haces aquí? —pregunté.
     —Pues supongo que lo mismo que tú. Esconderme, primita.
     Siempre me ha parecido un chico cariñoso, divertido, atractivo y la cicatriz que tiene en la mejilla hacia la nariz me pone muchísimo. Creo que yo a él también le pongo. Lo noto cuando me mira, me toca y cuando me habla, sobre todo después de esa noche. No voy a racanear con los detalles, pero si omitir información intranscendente de lo que hablamos. Lo que ocurrió es que después de conversar un poco acabamos follando entre el maíz. Mi primo me había desvirgado, y no os imagináis como me gustó. Fue un polvo rápido, pero intenso.
     Me da igual que penséis que eso es incestuoso, asqueroso, inmoral o una perversión. Para mí es sexo, solo eso. Es más, esa noche habíamos follado unas cinco veces cuando a algún otro le tocaba contar. Mientras los demás jugaban ignorando lo que hacíamos, nosotros practicábamos todas las posturas físicamente posibles. No os imagináis de qué manera se movía mi primo ni la forma en que desplazaba su lengua por mi clítoris. Era casi imposible no gritar de puro placer, pero tuve que retraerme para que no nos pillaran. Ahí fue cuando me di cuenta de que mi primo también era un adicto al sexo, o como se les suele llamar a los hombres, sátiros. Pero este no es su diario, no es su relato. Aunque me dijo que también estaba escribiendo sus aventuras sexuales.
     Para los que tengan curiosidad sobre los detalles de lo que hicimos, decir que a pesar del poco margen que teníamos, salimos satisfechos todas las veces. También aclarar que después de estar encima de mí follándome muy duramente y antes de que él se corriera entre el maíz, que por cierto, supo apartarse a tiempo, en ningún momento utilizamos condón. Conozco a mi primo de toda la vida y sé que está sano. No quiero ir de docente moralista pero no os aconsejo no utilizarlo, el sexo se disfruta más cuando eres consciente de la escasa o casi nula probabilidad de pillar una ETS o quedarte embarazada.
     Ahora tengo veintiséis años. Sigo viviendo en la casa de mis padres y cuando necesito un buen polvo me voy a la ciudad a buscar a mis “presas”. Lo bueno de vivir con mis viejos es que me controlo más al tener las cosas más complicadas para conocer a un chico y follármelo, porque tengo que buscar otros lugares en donde hacerlo con él. Aunque hace unos días se ha mudado una familia a unos metros de mi casa, y hay dos chicos que creo que son sus hijos; uno de unos veintitantos años y el otro de poco más de treinta.
     A día de hoy me he acostado con un gran número de chicos de diferentes edades, etnias y razas. He tenido varias experiencias lésbicas. Hice algún que otro trío y hasta participé en un bukake, pero eso si que no me gustó nada. A mi si no me penetran o me estimulan la vagina, ya el resto no me llama tanto la atención. ¡Pero oye!, todo sea por experimentar. ¡Ah! Tampoco me gusta mucho el sexo anal. Asimismo decir que a pesar de cuidar que mis parejas sexuales estén sanas, limpias y que usen protección, uno se corrió sin querer dentro de mí porque se había roto el preservativo, pero fuimos rápidos y no tuvimos nada que lamentar. Y con el bukake…bueno, sufrí una reacción alérgica en la piel, fueron dos semanas bastante horribles. No obstante, mis aventuras me ayudaron a tener más precaución, no hay que temerle al sexo por lo que pueda pasar, solo hay que estar un poco más alerta pero sin olvidarse de disfrutar.
     En esta semana voy a intentar acercarme a esos jóvenes vecinos, y me los voy a follar de tal forma que van a estar saciados durante una buena temporada. Les voy a dejar la polla tan quemada por la fricción, los huevos tan hinchados y la pelvis tan machacada que ni se van a poder levantar.





miércoles, 27 de junio de 2018

HISTORIAS CORTAS: El Psicópata Del Bosque


     Hola, me llamo Philip Tales, tengo 21 años y soy el único superviviente del planeta, salvo en excepciones. Pero la historia no empieza exactamente aquí.
     Tenía 17 años cuando salí del instituto, y para celebrarlo, mi hermano, mis amigos y yo nos adentramos en un bosque que había cerca de mi casa para hacer nuestra propia fiesta. Todos mis compañeros eran unas buenas piezas, y yo no era diferente, por eso me encontraba muy a gusto con ellos, era feliz. En primer lugar dejad que nombre a mi hermano, se llamaba Yanz, tenía un año más que yo pero como suspendió el último curso acabamos los dos coincidiendo en la misma clase. El tío a pesar de que casi siempre suspendía y cuando no lo hacía sacaba aprobados muy raspados… era inteligente, me lo demostraba todos los días. Tal vez no sabía cómo funcionaba el mundo, como eran las personas de su alrededor o incluso no se daba cuenta de cuando le tomaban el pelo, pero nunca hacía daño a nadie y respetaba a todo el mundo por cómo eran, siempre y cuando ellos no les faltaran el respeto tampoco a nadie ni a nada, lo cierto es que el ejemplo de vida que me ha dado desde que tengo memoria, no lo olvidaré jamás. Luego estaba mi mejor amigo, Frank. Tenía una manera de pensar muy parecida a la mía, aunque él era más exitoso entre las chicas, mucho más, todas lo amaban, y eso que no tenía un físico especialmente envidiable, pero si había algo en su manera de hablar y flirtear con ellas que no me lo explico, yo mismo intenté hacer lo que él, sin embargo, no funcionaba, nunca funcionó. También estaban los trillizos, Álvaro, Omar y Gabriel.  Eran bastante prepotentes y siempre haciendo tonterías para impresionar a las del sexo opuesto, lo más gracioso era que ninguna les hacía caso, pero al menos lo intentaban, aun así me fastidia admitir que éramos unos auténticos perdedores. Después estaba Carla, oh, la preciosa Carla. Una sonrisa perfecta, los ojos más bonitos que he visto en mi vida, un largo y liso cabello tan brillante como el sol… Estaba enamorado de ella desde los doce años, pero no me miraba de la forma en que yo la miraba a ella, porque ella solo tenía ojos para Frank, que novedad, ¿no? Y por ultimo, Briana, inteligente, guapa y muy amiga mía, y siempre que lo necesitaba me ayudaba en los estudios.
     El último día de clase cuando ya estábamos en el bosque a las tres de la madrugada, cogimos unas cervezas que habían traído los trillizos de casa de sus padres cuando ellos no estaban. Saqué de mi bolsillo una navaja para abrir las tapas de las botellas ya que ninguno fue tan listo de traer un abridor, y sentados en una densa capa de hojas secas brindamos por haber salido de ese infernal agujero al que llamábamos instituto, y por los planes de futuro.
     —Pienso estudiar psicología, —dijo Briana— porque creo que las personas tienen el potencial de poder confiar en sí mismas, de que son únicas y que todo se puede superar siempre que crean que es posible superarlo. Pero a veces hace falta que alguien se lo recuerde, porque eso, es lo que más ayuda a una persona, el saber que no están solas y que siempre hay alguien que les apoye.
    Briana psicóloga, quien lo hubiera dicho. La verdad es que sería una de las mejores, porque a mí siempre me ayudó a superar muchos problemas; el ingreso de mis padres en una institución psiquiátrica, la muerte de mi abuelo, el rechazo de incontables chicas… Briana siempre estaba ahí, y no me imagino mi vida sin ella, bueno, no me lo imaginaba.
     —Yo pienso ser detective —manifestó Frank.
     Todos comenzamos a reír.
     —Reíros si queréis, pero llegará un día en que os haga falta, un día en que me necesitéis, y os arrepentiréis de haberos mofado de mí, ya lo veréis, ya.
     —No te enfades tío, —le dije mientras le daba un leve golpe en el brazo— pero yo por lo menos no te veo resolviendo casos, crímenes, misterios… reuniendo pruebas y descubriendo al culpable.
     —Pues gracias por tu apoyo, —comentó sarcástico.
     Mientras seguíamos hablando, a los pocos minutos escuchamos un extraño ruido.
     — ¿Qué fue eso —dijo alarmado Yanz.
     Ninguno pudo responder, el miedo nos había apoderado. Segundos más tarde lo volvimos a escuchar, de esta vez más fuerte y cercano. Todos nos levantamos atemorizados de golpe y escapamos a correr en dirección a mi casa, pero a los pocos pasos algo nos paralizó y atrapó. Una fuerza proveniente del sobrecogedor centro del bosque nos arrastró hacia él. Sin poder hacer nada para evitarlo, veíamos como poco a poco nos adentrábamos en la absoluta oscuridad. Empezaba a sentirme somnoliento, y creo que mis amigos también. Lo siguiente que recuerdo fue encontrarnos tumbados en la arena de algún extraño lugar. No teníamos idea de donde estábamos, y cuando nos incorporamos echamos un vistazo a nuestro alrededor, la evidencia era clara, éramos prisioneros en una pequeña isla.
     — ¿Dónde estamos? —Preguntó Briana— ¿Cómo hemos llegado a aquí?
     De pronto volvió de nuevo la fuerza, pero solo me llevó a mí. Me desperté nuevamente y estaba solo, lo raro es que seguía en la misma isla, o eso creía. Comencé a andar sin temor pero con precaución por un estrecho camino que me separaba de la frondosidad de las plantas y hierbajos en busca de mis amigos.
     —¡¡Sssh, Aah¡¡ —me quejé, al sentir un pinchazo en el cuello.
     Seguí andando. Cada vez me encontraba más cansado, y en un momento empecé a verlo todo borroso, al instante, oscuridad absoluta. Otra vez me desperté, y lo que vi, no lo podré olvidar nunca. Ante mis ojos, Frank, Álvaro, Omar, Gabriel, Briana, Yanz, Carla… todos muertos, decapitados y mutilados, y en mi mano, mi  navaja ensangrentada. Muchas luces de colores me estaban cegando, y un montón de voces me ordenaban tirar el arma y a tumbarme en el suelo con las manos en la espalda. La confusión no me dejaba tranquilizarme, y esas voces se acercaban a mí agarrándome e impidiendo que me movilizara.
     — ¡Soltadme. No me volveréis a llevar. He dicho que me soltéis! —grité.
     Todo fue en vano. Me subieron a un vehículo, me pincharon con una aguja y me volví a dormir. Por enésima vez me desperté, vestido con un traje blanco que no me dejaba apenas moverme, y encerrado entre cuatro paredes.


domingo, 18 de marzo de 2018

HISTORIAS CORTAS: Los Originales. (Secuela de: El Gemelo Del Espejo)


     Habían pasado más de veinte años desde aquel día en que fui suplantado por el reflejo del espejo que había robado de aquella tienda al lado de nuestro apartamento. Y todo este tiempo me ayudó a convencerme de que ya nunca volvería a mi verdadera Tierra, hasta que sucedió lo que parecía imposible.
     Mi nombre es Xonlok. Tengo el pelo corto negro, ojos verde claros, una tez tirando a blanquecina y soy alto más esbelto.
     Hace unos días noté un temblor en este mundo que alertó a gran parte de la gente que también está atrapada aquí. Nunca había ocurrido con tanta magnitud. Siempre se habían percibido vibraciones, pero  nunca como esta.
     Tras la sacudida un enorme agujero se originó en pleno centro de este reverso lugar. Todos nos acercamos con precaución para investigar ese suceso tan insólito.
     Mis dos mejores amigos; Ribson y Dilan, se aproximaron hacia donde estaba yo sorprendidos por el gran socavón, que sin saber porqué se formó de un día para otro.
     Sin darnos cuenta uno de los bordes del agujero, concretamente en donde estábamos nosotros tres, se desprendió haciendo que nos precipitáramos al vacio; oscuro y tenebroso. Solo sé que perdimos el conocimiento y nos despertamos en un casi imperceptible lugar familiar.
     Una confortable sensación recorrió nuestro cuerpo. Habíamos regresado a nuestro hogar.
     Los tres coincidimos en que ese agujero era una puerta dimensional que conectaba ambos mundos y ahora nuestro cometido era encontrar nuestro reflejo malvado y ocupar de nuevo el lugar que ellos nos arrebataron hace mucho tiempo.
     Pocos segundos después sentí un escalofrío que transitó mi cuerpo y al mirar hacia mi derecha lo vi, era mi otro yo.
     Les dije a mis amigos que teníamos que atraparlo, y sin pensarlo dos veces fuimos a por él. Mi otro yo advirtió el peligro y echó a correr, pero no fue rival para mí, como suelo decir: el original siempre prevalecerá.
     Pudimos alcanzarle, pero cuando lo toqué, un ensordecedor grito emanó de sus cuerdas vocales y al instante se desvaneció tras una nube de ceniza. Quedamos sorprendidos, mas gracias a ello supimos como vencer a estas copias malvadas que un día nos usurparon.
     Ahora solo nos queda una cosa; traer al resto de los originales del otro mundo y acabar con las falsas imitaciones que intentan gobernar la Tierra única.
     Los tres gritamos al otro mundo que se lanzasen por el agujero con la esperanza de que nos escuchasen, y después de varios minutos observamos unos objetos atravesar la línea que lo divide, eran ellos. Al igual que nos pasó a nosotros también habían perdido el sentido y tuvimos que esperar a que se despertasen.
     En cuanto lo hicieron percibimos en sus rostros la misma confusión que nosotros sufrimos al llegar aquí. Les explicamos lo ocurrido y lo que tendríamos que hacer para solucionar del todo este problema, y mientras unos iban en solitario y otros en parejas o pequeños grupos a sus respectivas casas para destruir a sus reflejos malvados, yo me fui a la mía a ver a mi familia antes de ayudar a mis amigos con sus maquiavélicos gemelos.
     Nos depara una intrigante aventura en la misión de hacer desaparecer a estos perversos individuos que llevan demasiado tiempo con la victoria en sus manos. Pero ahora nos toca a nosotros. Ya sabemos cómo destruirlos y vamos a disfrutar hasta el último segundo con su exterminio.
Ninguna imitación es rival para los originales.

sábado, 10 de marzo de 2018

HISTORIAS CORTAS: La Alianza Mutante (Secuela de: Mutante Del Aire)

         Ha llovido mucho desde aquel día en que mi familia y yo estuvimos a segundos de ser masacrados por los militares. Pero gracias a la ayuda de los que ahora son mis dos mejores amigos, seguimos vivos.
     Mi nombre es Baoz, aunque todos me conocen como Volem, y mis compañeros de equipo son el Dr y la Dra Hyo y su hija, Kaug. Los tres tienen, al igual que yo, habilidades especiales. Según me contaron, las adquirieron tras un accidente en la fábrica hidroeléctrica en la que trabajaban. No hablan mucho del tema.
     Por otra parte, estoy yo. No he nacido más diferente de lo que puede ser cualquier persona, pero no todo tiene una explicación sencilla, y el hecho de que no entendamos ciertas cosas, no implica que no sean posibles. Muchos han creído que soy lo que soy por un factor hereditario, cuando en realidad, mi transformación fue debida a una alteración sináptica que modificó todo mi sistema nervioso. No soy médico, y la terminología o el funcionamiento exacto se escapan a mi entendimiento, pero é leído que para que un organismo pueda sobrevivir a un determinado ambiente o una circunstancia constante, su cerebro a menudo inicia un proceso de transmutación y así adaptarse. El desarrollo tiende a originarse por causas emocionales y suele ser gradual, en mi caso fue la ira y la tristeza, aunque el tiempo fue casi instantáneo. Supongo que de no haber sido así, podía haber muerto. Me imagino que el desear justicia a los demás seres vivos y sentir un cierto vínculo hacia ellos, me hizo evolucionar a un estado mestizo entre hombre y animal. Sé que todo esto no son más que conjeturas, pero con todo lo que ha pasado y sigue pasándome, no lo veo tan descabellado. Todavía sigo desarrollando habilidades extraordinarias, la última, hace una semana. Puedo camuflarme a tal extremo que es prácticamente imposible que me vean, es genial.
     Sin embargo, hay algo en mi cabeza que desearía que desapareciera; la culpa y el arrepentimiento. Aún veo el rostro horrorizado y los gritos del general precipitándose. Espero desarrollar la pérdida de memoria de algunos peces en este recuerdo, porque me hace sentir muy mal.
     Me está llamando Kaug por el teléfono móvil.
     —Dime.
     — ¡Baoz! Te necesitamos. Atraco en el Banco Dalmah. Te mando ubicación.
     Con rapidez salgo de casa y me dirijo al lugar del delito. Contemplo varios coches de patrulla enfrente del banco y a los policías apuntando con sus armas en dirección a él. Veo a mis compañeros y desciendo a hablar con ellos para conocer la gravedad del asunto.
     —Hola. ¿Cómo es de peligroso la situación? —Les pregunto.
     —Es complicada —responde la Dra—. Dentro están los seis atracadores armados con fusiles de asalto, granadas y provistos de trajes antibalas con nanotubos de carbono.
     — ¿Pero acaso son soldados descontentos por la indeseable tesitura económica de la nación? —Comento jocoso.
     — ¿Crees que eres gracioso? Calla y escucha. Tenemos dentro un informante que se encontraba en su interior en el momento de los hechos y que nos ha corroborado que los asaltantes lo han encerrado junto a los demás rehenes en el despacho del director con un artefacto explosivo activo.
     — ¿Rehenes has dicho?
     —Ahora no te parece tan divertido, ¿eh, jodido? —Exterioriza Kaug.
     —Dejaos de tonterías, chicos —dice molesto el Dr—. Creo que no tenéis ni idea del peligro al que está expuesta esa gente.
     —Lo siento, papá.
     — ¿Han pedido rescate? —Le pregunto.
     —Sí, ochenta millones y un helicóptero para irse.
     — ¡¡Ochenta millones!! —Exclamo— ¿¡Pero quienes están dentro, los hijos de Julio Iglesias!?
     —Si no actuamos rápido la bomba explotará —habla la Dra.
     — ¿Cuánto tiempo queda para que explote?
     —Pocos, Volem. Apenas doce minutos.
     Segundos más tarde escucho el cortar el viento de las hélices de un helicóptero. Se acerca y aterriza en el tejado del banco. Unos minutos después somos testigos del despegue de la aeronave pilotada por uno de los criminales y con el resto de sus compañeros en el interior.
     — ¡Se escapan! ¿Qué hacemos? —Digo intranquilo.
     Justo en ese momento varias granadas se ven caer del interior del helicóptero. Como toquen contacto con el suelo, todos volaremos por los aires.
     Al instante despliego las alas y echo a volar en dirección a esos proyectiles. Con el ala izquierda los golpeo enviándolos a una gran altura y estallando posteriormente. La onda expansiva no llega abajo, pero si me alcanza a mí, mandándome con fuerza a la fachada del banco. No me ha ocurrido nada grave, pero duele un poco.
     Me incorporo y voy de nuevo hacia mis compañeros.
     —Bien hecho, Volem —me felicita Kaug.
     —Te lo agradezco, ¡ah! —Pronuncio quejándome al mismo tiempo­­­—. ¿Y ahora qué hacemos?
     —Cariño, tú y Kaug perseguid a esos hombres —Ordena el Dr mirando a su pareja y a su hija—. Volem, tú y yo entraremos con los agentes en el banco a rescatar a las personas.
     Al llegar al despacho del director, no solo vemos a los rehenes atados, sino que también contemplamos el artefacto al que le falta menos de un minuto y medio para que estalle. Rápidamente, mientras sacan a esas personas, los artificieros intentan desactivar la bomba, pero cometen un error al descubrir que tiene los engranajes invertidos, y la cuenta atrás se acelera.
     —¡¡Todo el mundo fuera, largo!! —Grito.
     El tiempo corre en nuestra contra, y solo quedamos el Dr y yo. Con apenas diez segundos, empujo a mi compañero fuera del lugar, y con el artefacto en mis manos, lo abrazo contra mi pecho y me enrosco como una bola. Todo mi cuerpo es cubierto por una poderosa coraza, y al momento la bomba explota. Parte de la energía no puede ser contenida y se libera, destrozando el despacho. Sigo consciente e inexplicablemente vivo, pero me siento muy débil, y creo que…
     Me acabo de despertar en la camilla de un hospital, no recuerdo mucho de lo sucedido, aunque si me siento físicamente bien; con algunas quemaduras leves y un poco confuso.
     — ¿Cómo estás, Baoz? —Escucho la voz de Kaug.
     La veo a ella más a sus padres.
     —Bien, creo. ¿Habéis detenido a los criminales?
     —Sí, tranquilo —responde la Dra—. Ya están encerrados, y por una buena temporada.
     — ¿Y el dinero?
     —Recuperado. Estaba todo en el helicóptero dentro de dos maletines.
     —Estupendo, me alegra oír eso.
     — ¿Recuerdas alguna cosa antes o después de que la bomba explotara? —Me pregunta el Dr.
     —Lo último que recuerdo es rodear con mis brazos el explosivo y envolverme en mi mismo. Luego algo semejante a una armadura me revistió, viéndolo todo oscuro, al instante advertí un fogonazo y ya no me acuerdo de nada más.
     —Puede que hayas desarrollado otra habilidad. —Teoriza Kaug— se sabe que algunas especies como los armadillos se enroscan para protegerse de los depredadores.
     Es posible que tenga razón, pero eso ocurre cuando el peligro viene de fuera, no de dentro. Sujetaba la bomba pegada a mi cuerpo, y aunque esté cubierto por un exoesqueleto, la capa es demasiado fina para soportar tal potencia, me tenía que haber pulverizado al momento. No entiendo nada.
     Durante meses voy desarrollando nuevos mecanismos de defensa. Puedo con todos ellos, ¿pero se detendrán en algún momento?
     Mientras estoy en el salón desayunando y viendo la tele, una noticia de última hora corta la programación; más de quince mil incendios se han originado de madrugada en todo el continente. Todos han sido sincronizados al mismo tiempo. No hay duda alguna de que han sido intencionados.
     Salgo al exterior y oteo el horizonte, no puedo creerlo. Veo humo por todas partes. El cielo está cubierto por un humazo que apenas deja penetrar los rayos del sol, y el olor es inconfundible.
     Vuelo hacia la casa de mis amigos, pero ya están fuera observando el horror.
     — ¿Lo estáis viendo? —Les pregunto— ¿Qué hacemos?
     —Pues lo que nos corresponde, —contesta el Dr— proteger todo lo que podamos.
     Los cuatro partimos hacia el incendio más cercano, y con la energía hídrica del Dr, la Dra y Kaug, y yo con el aire producido por mis aletazos, intentamos apagar el fuego.
     Miles de bomberos con sus vehículos son movilizados para combatir las llamas que azotan los bosques y ciudades de gran parte del hemisferio. El calor asfixiante, el ambiente irrespirable y el crepitar de la madera hacen de este entorno un autentico infierno.
     Nos situamos estratégicamente para una mejor efectividad. Rodeamos las llamas y utilizamos nuestras habilidades; los doctores y su hija comienzan a despedir de sus manos una enorme cantidad de agua mientras yo origino vientos tan fuertes y rápidos que en vez de avivar la lumbre, la voy apagando. Estoy tan ocupado en terminar con todo este tormento que apenas puedo pensar en todas las vidas que se están desvaneciendo. Pero ahora nada me puede distraer. El fuego se extiende muy deprisa, y cuanto más tardemos peores serán las consecuencias.
     Trabajamos durante horas y horas para sofocar las llamas cooperando con los bomberos y un gran número de civiles, hasta vienen de otros países para echar una mano. Toda ayuda es poca.
     Después de dos semanas sin apenas dormir, al fin hemos extinguido el fuego, pero la gran desolación que se percibe en el paisaje nos hace ver la gran pérdida que el mundo ha sufrido. Las víctimas humanas a causa de las temperaturas, las quemaduras, el hollín y el humo en los pulmones por la inhalación del mismo ascienden a más de cuatro millones, y el número se cuadriplica en las demás especies. Nunca volveremos a recuperar todo lo que ha desaparecido.

     Ya hace diez años de la catástrofe, y los efectos siguen permanentes. La buena noticia es que la actividad de recuperación y restauración está dando sus resultados, pero el terreno es todavía muy árido. A día de hoy aún no se han encontrado a los culpables de la desgracia, y por su bien espero no verlos jamás, o sufrirán lo mismo que ellos hicieron sufrir al mundo; lentamente y con saña.
     En todo este tiempo han sucedido demasiadas cosas; la Dra falleció hace cuatro años por una grave infección que se le desarrolló en el pulmón izquierdo. El Dr no pudo soportar la pérdida de su pareja y padeció una enfermedad mental que le obligó a permanecer en un centro especializado. Kaug y yo todavía continuamos combatiendo el mal, pero se nota la ausencia de los doctores, ellos eran nuestros mentores, aunque de vez en cuando visitamos a su padre. Sin embargo, he notado algo extraño en mí. En estos años no he envejecido nada, y ya no recuerdo la última vez que pillé un resfriado.

526 años después…

     Han pasado trescientos años desde la desaparición del último asentamiento humano, o eso es lo que creo. Hace años que no veo a nadie de mi especie. Pero no estoy solo, gracias a mi capacidad de comunicarme con los animales. Soy parte de una jerarquía en la que he sido aceptado como el alfa rey, sin descatalogar a los alfas que van detrás de mí ni a los betas que van seguidos de ellos. Yo decido a que presas cazar, los alfas, la estrategia a seguir, y los betas, fuertes y con gran comportamiento de dominio, se encargan de defender al resto y suplir el lugar de algún miembro alfa en el caso de que muera.
     Todo el tiempo estoy ocupado; entre estar con la manada, hablar con otras especies y proteger a los más vulnerables sin alterar el equilibrio natural, me mantengo entretenido y bien acompañado. Muchos de estos animalillos son muy sociables y la mar de divertidos, aunque también hay algunos que si tienen la oportunidad de atacarme, lo hacen sin pensarlo.
     Descubrí años atrás que mi inmortalidad es debida a otra de mis habilidades, en concreto, la transdiferenciación celular, algo parecido a lo que posee la medusa Turritopsis Nutricula. Esto hace que mis células cuando llegan a un punto de madurez, regresan a un estado juvenil. Generalmente, cada siete años vuelvo a tener veintiocho. Puede que algún día me acabe aburriendo de todo, pero entretanto, las aventuras que paso con mis amigos me hacen la existencia más amena.
     He pensado poner al límite mis poderes. Es posible que un día de estos pruebe a salir al espacio exterior, ¿quién sabe? Si todo sale bien podré viajar a otros planetas. Tiempo es todo lo que tengo.

domingo, 4 de febrero de 2018

HISTORIAS CORTAS: Guardianes Del Misterio

     Fue en los años cincuenta cuando por primera vez se inició “El proyecto clon”. En él se comenzó a experimentar con diversas especies para poder demostrar que la clonación era una realidad y de ese modo ayudar a tratar ciertas enfermedades a las que se enfrenta la humanidad.
     Una vez clonadas las primeras ranas, ovejas, corderos, vacas, ratones, gatos y hasta primates pequeños, dieron el siguiente paso; el ser humano. El hombre y la mujer en ser seleccionados tenían que reunir unas importantes características; no tener antecedentes hereditarios de enfermedades mentales, neurológicas, autoinmunes, cardiovasculares, sanguíneos, genéticas, infecciosas, trastornos metabólicos, alergias de ningún tipo y varias condiciones más. Tardaron años hasta que supieron de una pequeña isla al oeste de Estonia llamada Koipsi. En ella poblaban los dos únicos habitantes que quisieron quedarse después de que una misteriosa tormenta azul que duró días, azotase la zona hace diecinueve años. Todos los lugareños, a excepción de estos individuos y su ganado, emigraron asustados por ese suceso hasta hoy inexplicable.
     Unos años más tarde, miembros de la revista científica Genetic Terrae, entrevistó a los amables granjeros llamados Koitt Tookts y Luule Heins, cuya conversación fue la causa de que los seleccionaran después de que declararan que tras la tormenta, nunca volvieron a enfermar.
     Los responsables del proyecto clon, viajaron desde América del Sur hasta Europa del Norte para hablar con los Estonianos. Una vez allí, se presenciaron en su domicilio, y en cuanto los convencieron de que formasen parte del proyecto, los trasladaron a unas instalaciones secretas en un paraje de Moscú.
     Durante semanas de análisis y pruebas mediante la inoculación de diferentes tipos de virus, desde rinovirus causantes del resfriado común pasando por el SARS hasta llegar al Marburgvirus, concluyeron que Koitt Tookts y Luule Heins habían desarrollado un sistema inmunológico perfecto. Un dato interesante es que tras las pruebas, cuatro miembros del estudio fueron accidentalmente contagiados por algunas de estas patologías, pero sus vidas pudieron salvarse gracias a la rápida intervención de anticuerpos neutralizantes de virus que conservaban en el laboratorio.
     El día había llegado. Se tomó una célula diferenciada del pecho derecho de Koitt y se transfirió su núcleo a un ovulo de Luule, al que se le había extraído previamente el núcleo celular y por consiguiente carecía de información genética. A esta fusión se le aplicó impulsos eléctricos para estabilizar su unión, y una vez hecho, el citoplasma del ovulo proporcionó al núcleo de la célula diferenciada un entorno apropiado que hizo que fuese capaz de reprogramarse para transformarse en un embrión. Este embrión, implantado en el útero de Luule, originaría un nuevo ser humano.
     Con el paso de los meses, el feto se desenvolvió con naturalidad. En octubre de 2027 nació el primer ser humano clonado a pesar de haber tardado once meses en gestarse por completo. Fue una pequeña anomalía a la que no le dieron importancia, y su semejanza con Koitt Tookts cuando era un bebé proporcionaba esperanzas de que el experimento fuera un éxito. Pero tras analizar a la cría humana, descubrieron que en su ADN se encontraban dos cromosomas de dos especies diferentes de simios; el gorila occidental y una subespecie del babuino amarillo. No entendían como habían llegado hasta ahí, mas alguien del equipo tuvo que ser el culpable. Al cabo de varias semanas, el bebé semihumano al que llamaron Gobarhux comenzó a crecer exponencialmente y a manifestar claros signos de transformación física y agresividad, por ese motivo se vieron obligados a mantenerlo aislado y en cautiverio en el ala este del laboratorio dentro de una jaula.
     La alimaña se volvió cada día más fuerte y peligrosa, razón suficiente para que los directores del proyecto decidieran sacrificarla, pero cuando se dirigieron al sector en donde habían trasladado a Gobarhux, vieron que había desaparecido. Observaron varios barrotes rotos de la jaula y un enorme agujero hecho en la pared que daba al exterior. Enseguida activaron el protocolo de emergencia entre el colectivo científico.
     Gobarhux se dirigió a la ciudad de Moscú atraído por la gran gama de olores, sonidos y colores que desprendía la urbe. Alcanzaba una velocidad de doscientos catorce quilómetros por hora, su resistencia era infinita y su fuerza impredecible. Era fascinante.
     El hibrido llegó a lo alto de una montaña deteniéndose en ella, y al mirar a la gran ciudad, extendió los brazos con los puños cerrados y emitió un rugido de tales proporciones que resonó por toda la zona. Continuó su trayecto en busca de alimento, encontrando un conducto que servía antiguamente para dar paso y salida al agua potable de la ciudad. Gobarhux olió algo irresistible que emanaba del interior del canal, pero se adentró con precaución, percibió el peligro. Lentamente se fue introduciendo mientras su respiración acompañada con gruñidos ondulantes iba disminuyendo. Sin esperárselo, apareció desde el fondo oscuro un animal que arremetió contra él sin llegar a tocarlo. Gobarhux lo detuvo agarrándolo por la cabeza, instantes más tarde hincó sus colmillos en el cuello del animal y lo fue devorando mientras este aún estaba consciente. Luego del festín, prosiguió su trayecto hacia la ciudad, sin embargo, se encontró con un grupo de campistas estudiantiles de la Universidad Estatal de Moscú con instrumentos astronómicos contemplando el cielo cubierto de cuerpos celestes. Se vieron sorprendidos por la alimaña, gritando al momento. Entonces fueron atacados por la criatura, pero sorprendentemente no mató a ninguno, solo los hirió con sus garras.
     Durante días la bestia utilizaba el manto de la oscuridad para no ser detectado. Empleaba zonas poco transitadas como moradas provisionales mientras se iba moviendo hacia el suroeste matando a pequeños animales para comer y atacando a los humanos solo para herirlos.
     Pasó por Bielorrusia, cruzó el sur de Polonia y atravesó la Republica Checa. Después continuó por Austria para llegar a Suiza, traspasó por el sur de Francia hasta aparecer en España y por alguna extraña razón, se estableció en el noroeste del país.
     La noticia de que un enorme y feroz animal agredía a hombres y mujeres, se extendió por Europa, y desconcertó que aún no hubiera ninguna víctima mortal. Por algún motivo, ningún niño había sido afectado por este ser, hecho que hizo más presente la confusión. Pero con el paso de los meses, la gente perjudicada comenzaba a sufrir cambios. Todos los damnificados por Gobarhux se transformaban cronológicamente en algo similar a él. Ya no había solo un sanguinario animal infligiendo daño a los humanos y otras especies, sino que poco a poco empezaron a surgir más especímenes por gran parte del continente. Lo peor era que estas nuevas copias sí decidieron asesinar a algunos humanos y alimentarse de ellos.
     El equipo científico que ocasionó todo el desastre destruyó las pruebas que podían culparles, para ellos era tarde remediar el error y desaparecieron rápido del lugar en donde empezó todo.
     En un pequeño pueblo de Galicia, cuatro criaturas se acercaron al hogar de una familia compuesta por la madre, el padre y sus dos hijos; Cathal y Hania. Los seres destruyeron el portal de la entrada y se dirigieron con sed de sangre a la vivienda. Los perros de la familia comenzaron a ladrar y se escaparon de su vallado para atacar a las alimañas. La familia surgió por la puerta observando esa impactante imagen, y luego oyeron unos ruidos procedentes de su parcela, detrás de la casa. A los pocos segundos todos sus animales domésticos más los pájaros, ardillas, zorros y otros animales salvajes del bosque protegieron a esos humanos de los primates híbridos. Un vecino de la zona asistió con su escopeta para eliminar a los engendros, y todos unidos consiguieron acabar con ellos. Los animales salvajes volvieron a la arboleda y los perros más sus otros animales propios al interior de sus vallados.
     Había ocurrido lo mismo por todas las áreas atestadas por las copias de Gobarhux, los animales habían defendido a los humanos.
     Hoy en día, la humanidad sigue sin encontrar la lógica de cómo todas las especies animales que pueblan la Tierra, los defendieron de las atroces fieras después de cómo las ha tratado durante milenios. Tal vez el ser humano lleve equivocado toda su vida, puede que sean ellos los que necesiten ser protegidos…de sí mismos.
     Durante años, investigadores científicos llevaron adelante un proyecto para cuantificar y analizar esta nueva especie de híbrido en los lugares afectados, y luego de esclarecer los hechos más las relaciones que dieron origen a su existencia, descubrieron que las transformaciones eran producto de una infección virulenta provocada por un factor original. Lamentablemente, nunca se encontró.



miércoles, 24 de enero de 2018

HISTORIAS CORTAS: Mutante Del Aire

     El día que comprendí lo que era, decidí cambiar el mundo.
     Eran las dos de un domingo por la tarde en un pueblo a más de cinco quilómetros de la ciudad más próxima y ochenta quilómetros de la playa más cercana. Había invitado a mis padres y a mi hermana a comer a mi casa. Tenía todo preparado en la mesa del salón; dos tortillas de patatas, macarrones con salsa de tomate picante, hamburguesas de avena, pan y una botella de vino tinto del año 1988.
     Pocos minutos después de poner el último plato, escuché como un coche aminoraba la velocidad mientras se acercaba. Miré por la ventana y vi el coche de mis padres más el de mi hermana detenerse en frente de casa. Salí aprisa para abrirles el portal y que accedieran a la propiedad.
     —Hola madre, padre —les saludo en cuanto bajan del coche.
     —Hola hijo —continúa hablando mi madre— ¿Ya hiciste la comida o te tenemos que ayudar en algo?
     —Está todo hecho, solo tenéis que sentaros y comer.
     — ¿Y estará buena la comida? —Dudó mi padre con intención de meterse conmigo.
     —No te preocupes por eso, que si no te gusta tengo pienso de los perros en el garaje.
     Mi madre se rió. A los pocos segundos mi hermana sale del interior de su coche y también me saluda.
     —Hola Baoz. Espero que tengas la estufa de leña encendida. Hace un frio que pela.
     —Lanerty, estamos a mediados de otoño, tampoco hace tanto frio. Pero sí, está encendida. —Respondo aborrecido reflejándolo en mi rostro.
     Los cuatro entramos en casa y fuimos directos a la mesa. Nos sentamos en las sillas y comenzamos a comer.
     Siempre que hago algo para que los demás degusten, tengo esa pequeña inquietud de no saber si les gustará, y aún cuando me dicen que todo está bien, sigo con esa duda en mi cabeza. No quiero que se me malinterprete, siempre he estado seguro de mi mismo por el hecho de que a mí me gusta todo lo que hago, puedo decir que de hambre no muero, pero cada persona tiene gustos diferentes. Por suerte las dos tortillas se han comido, y solo quedó un poco de pasta que me puede servir de cena.
     Luego de terminar, salimos al exterior para disfrutar del buen tiempo, aunque sí que empezaba a refrescar, pero era soportable. Hubo un momento en el que vi un movimiento raro en el borde de unas piedras que rodeaban mi pequeño jardín, en frente de casa. Al acercarme, observé a una araña bastante grandecita con un pequeño saco de seda de color blanco en sus patas delanteras; la ooteca arácnida. Me puse de cuclillas, viendo como un adorable bichito protegía y llevaba a saber a donde, a sus futuras crías. Era precioso.
     Poco después percibí como una presencia pasaba por detrás de mí, y al instante, un grito ensordecedor acompañó a un violento gesto proveniente de una extremidad inferior que le arrebató la vida al arácnido. Cuando alcé la mirada y contemplé lo que mi hermana había hecho, una angustiosa sensación recorrió mi pecho, quedándose ahí.
     — ¿Qué hiciste? —Le pregunté de manera retórica sin apartar la vista de las entrañas del pobre espécimen.
     —Baoz, solo es una asquerosa araña —Argumentó de forma injusta Lanerty.
     Estaba furioso, no sabía ni cómo reaccionar. La ira iba a peor; me costaba respirar, y notaba como mi rostro ardía, como si mi sangre hirviese. Entonces comencé a sentir una molestia que transcurría por mi cabeza sin dejarme controlarlo. Estaba asustado, y retrocedí lo que pude unos pasos, pero me tiré a suelo retorciéndome de dolor. Mi familia no podía creerse lo que me estaba sucediendo, no entendían nada e intentaron tranquilizarme, siendo inútil. Quise incorporarme, mas solo conseguí ponerme de rodillas apoyando las palmas de las manos en el suelo. Ahí fue cuando el dolor se deslizó hasta mi espalda haciéndome sentir el mayor dolor que he sufrido en toda mi vida, era insoportable.
     Algo comenzó a surgir de ella, y como el sufrimiento era cada vez mayor, me despojé de mi chaqueta y mi camiseta, quedando desnudo de cintura para arriba. Mi familia soltó un grito de terror al ver lo que había brotado de mi espalda. De ella, se desplegó un par de alas que no se parecía en nada a alguna vista antes, su apariencia era, y sigue siendo semejante al de un pterigoto pero al mismo tiempo al de un ave; robustas, ligeras y flexibles.
      El dolor había remitido, no obstante, esa situación era muy incómoda para mí, y deseé irme de allí. De alguna forma, mi cuerpo reconoció ese deseo, y sin pensarlo, levanté el vuelo, yéndome del lugar. Me dirigí hasta debajo de un puente por donde pasa el tren, cruzando el bosque. Mis alas se plegaron en cuanto pisé el suelo, y allí yo solo, pensé en todo lo que estaba ocurriendo.
     El cansancio se apoderaba de mí sin poder evitarlo, y sin darme cuenta, me dormí. Cuando me desperté, no veía nada, solo total oscuridad. Extendí las manos, acariciando una textura muy agradable y blanda, en la cual con un poco más de fuerza pude hacerle un agujero y de él entró la luz del día. Agrandé la abertura para salir y descubrir que era eso. Por algún motivo y en algún momento de la noche, un capullo de seda se originó a mí alrededor, protegiéndome del frio y del rocío húmedo sobre la cubierta vegetal del suelo. Ahora, cada cosa que voy descubriendo me va asombrando más aún.
     Siento mi cuerpo diferente, y al contemplar mis manos y el resto del torso desnudo, no soy capaz de creerme lo que veo; poseo un desarrollo muscular cubierto por un transparente, fino y consistente exoesqueleto fuera del alcance de cualquier ser humano. Mis sentidos gozan de una sensibilidad nunca antes percibida; logro escuchar como la hierba va creciendo lentamente. Experimento en cada poro de mi piel las vibraciones del entorno que me rodea. Puedo oler débilmente hasta la salinidad del océano, y con un poco de esfuerzo, mi vista capta cada pelo del plumaje de un majestuoso trepador azul que veo sobrevolar entre las nubes. Con el paso del día descubro más cosas; puedo crear pequeños torbellinos con las alas, formar explosiones sónicas, comunicarme con animales e insectos y por lo que he visto, producir un revestimiento para resguardarme de la climatología, pero no sé cómo funciona.
     Estoy bastante desconcertado y asustado. No tengo ni idea del porqué de todo esto, pero me gusta. Al anochecer y después de haber controlado y practicado con estas nuevas y desarrolladas habilidades, me voy a casa. Al llegar, cojo mi teléfono y trato de comunicarme con mi familia, pero nadie contesta. Ceno los macarrones que habían sobrado de la comida, después me lavo los dientes y me acuesto.
     Por la mañana temprano escucho un estruendo aterrador fuera de casa. Me visto rápido y me dirijo a la puerta de salida. En cuanto la abro, recibo un disparo con un tranquilizante en el pecho, pero al impactar en mí se rompe la aguja y rebota. Diviso en frente varios vehículos militares y más de treinta miembros del ejército apuntándome con sus armas.
     —¡¡Disparen!! —Escucho la orden del general a sus soldados.
     En ese preciso instante cierro la puerta para protegerme y una inmensa ráfaga de proyectiles comienza a destrozarme la casa conmigo en su interior y buscando eliminarme. Tengo pocos segundos para huir o quedaré sepultado entre los escombros. Decido salir por la ventana de mi cuarto, que se encuentra en la parte de atrás. Me lanzo hacia ella rompiendo el cristal y abro las alas ejecutando el vuelo. Me elevo a una cierta altura observando luego al cuerpo militar para combatir la injusticia que estoy viviendo. Cuando me ven, apuntan de nuevo hacia mí, pero antes de darles la oportunidad de abrir fuego, aleteo con fuerza con destino a ellos con tanta energía que sus armas son arrebatadas de sus manos, los vehículos revolcados y los sujetos arrastrados por el suelo. Me dirijo directo al general, lo agarro por el pecho y me elevo con él hasta superar las nubes.
     —O me dices que es lo que queréis de mí o te suelto aquí mismo. —Amenazo frente a su rostro aterrorizado.
     —Tranquilízate un poco chico, pero eres una amenaza.
     — ¿Cómo que una amenaza? Sois vosotros los que casi me dejan como un filtro de agua. Dejad de creer que os corresponden todas las decisiones humanitarias y preguntad antes de disparar. Hoy  ha quedado claro que soy mejor que vosotros. Asique dejadme en paz.
     —Tenemos a tu familia. Entrégate y los liberaremos.
     Me mantengo unos segundos en silencio.
     — ¿Crees que es buena idea amenazarme estando a cuatro mil metros de altura?
     —Si no regreso a la base se ejecutará la orden de experimentar con tu familia para revelar el secreto de tú ADN. Luego los eliminaran. Tú decides.
     El general desconoce el origen de mis capacidades. Cree que tiene relación con factores hereditarios, y no sabe lo equivocado que está. Si me entrego, nada me asegurará que mi familia y yo estemos a salvo.
    Antes de tomar una decisión intento localizar el paradero de mis padres y mi hermana. Disminuyo mi respiración para poder escucharlos, y los oigo. Ya sé dónde encontrarlos.
     Estoy demasiado encolerizado. Quien promueva las injusticias, debe enfrentarse a las consecuencias, sea quien sea. Con sangre fría, miro al general a los ojos, y lo dejo caer.
     Mientras oigo como grita y su voz se va ahogando con rapidez, parto al lugar en el que encontraré a mi familia.
     He hallado la base en un apartado y frondoso bosque a las afueras del país. En cuanto me acerco, un impulso electromagnético impacta en mí, perdiendo las fuerzas y precipitándome al suelo. Trato de levantarme para no ser capturado por una horda armada y lista para defenderse, y con todas las fuerzas que consigo sacar, lucho contra ellos. Origino un nuevo y monstruoso torbellino que cumple a la perfección su propósito. Luego emito un estallido sónico que por la alta frecuencia hago que pierdan el conocimiento.
     Entro en la base y consigo rescatar a mi familia, pero al salir, diviso en el cielo más de quince cazas rodeándonos.
     Me rindo, esto es el fin.
     Cuando pienso que ya no puedo hacer nada y espero la fatalidad, dos individuos propulsados por energía hídrica que emana de sus manos, aparecen y utilizan esa misma destreza para derribar a las aeronaves.
     Los seres son un hombre y una mujer de mediana edad, y también poseen habilidades especiales.